lunes, 3 de noviembre de 2008

TOCATA-Y-FUGA

Hace tantos años que vivo con mi abuela, desde aquel accidente en donde lo único que ha quedado en mi memoria ha sido los sonidos de las sirenas de ambulancias, el olor a sangre por doquier y una vista, un tanto lateral, debido a que nuestro carro se había volcado por media carretera.

Antes éramos mis abuelos y yo, pero al poco tiempo de vivir con ellos mi abuelo enfermo, los doctores siempre nos decía que no le quedaría mucho tiempo de vida. Su enfermedad se lo comía por dentro, poco a poco, y no faltaba mucho para que terminara con él. Mi abuela sabia que, tarde o temprano, tendrá que seguir sin él aunque esto le costara trabajo superarlo.

El primero de Noviembre de 1986 el olor a canela del abuelo se esfumó, fue algo tan duro como el haber perdido a mis padres. No había pasado mucho tiempo desde que yo llegara pero mi abuela llevaba una vida a su lado. Ahora nos quedábamos solas tratando de olvidar el dolor que la partida del abuelo sin duda nos dejó.

Pasó el otoño y era muy pronto para olvidar. Luego el invierno con ese frío que molesta hasta en los huesos y lo único que conseguía era que siguiéramos recordándolo. Después vino la primavera y el olor a flores inundaba la casa tratando de que dejáramos atrás las viejas historias. Poco después llego el verano y con ese calor el olor a canela siguió existiendo en nuestra casa. Todo en nuestra casa tenía el nombre del abuelo y junto con él, su recuerdo.

Pasaron tres años desde su muerte sin poder olvidarlo. Yo ya era mayor de edad y podía disfrutar con mi abuela el dulce sabor embriagante del Vermut: ese sabor a hierbas y un leve toque amargo, dejando detrás de todo eso el alcohol que puedes sentir después de tomar un trago y ese aroma que embriaga a cualquiera. Ese día tremenda botella que nos acabamos, solo queríamos ahogar el recuerdo del abuelo en un poco de alcohol. En el viejo sillón, mi abuela y yo con esas copas semillenas recordando las historias de hace más de tres años como si hubieran sido ayer cuando sucedieron. Me sentí tan bien, llevaba años tratando de recordar las pláticas de mi abuelo y por fin, después de tanto pude recordar con mi abuela el olor a canela del abuelo y esas historias que nos contaba todas las noches junto a la chimenea.


El atardecer llenó la casa de luz y fue entonces que me percate de que el bastón de mi abuelo estaba recargado junto a la chimenea, un impulso me hizo levantarme y tomarlo: lo estrellé contra el piso como él solía hacerlo, unas cuantas chispas salieron rebotando del golpe, cuando levante la mirada el abuelo estaba frente a mí. La sensación de ebriedad desapareció por completo, vi como mi abuela ahogaba un pequeño grito y se desplomaba entre los brazos del abuelo.

Toda la noche entre risas y cantos: con la chimenea encendida, y los tres compartíamos el viejo sillón. El abuelo contó historias que, literalmente, casi se lleva a la tumba. La mejor noche para los tres, de eso no hay duda alguna; ya entrada la noche, el abuelo se despidió para seguir su camino hacia ninguna parte, tomo su bastón y lo estrelló como yo lo había hecho unas horas antes: una neblina lo cubrió y solo se escuchó el sonido de la vieja madera caer sobre el piso.

Su presencia se esfumó y dejó vacío su lugar en el sillón. Mi abuela y yo caímos en un sueño profundo, no fue hasta el día siguiente, cuando los rayos de sol chocaron contra nuestras caras que nos despertamos.

El alba iluminaba nuestra casa, y en ella medio pueblo escuchaba la historia que mi abuela tenía para contar. La historia de un difunto que da el punto final a tantos remiendos que había hecho en su vida. Todos atentos para escuchar los hechos, aunque algunos creyeran que sólo era la influencia del alcohol que habíamos tomado el día anterior sobre nosotras. Y así nuestra historia trazó una tradición, donde se habla de la muerte no para llorarle si no para esperar a su regreso.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

G2FM

O.O

Facinante, me gusto muchisimo,
esta es la cuarta vez que lo vuelvo a leer y la narrativa me gusta mucho,
una vista lateral jejejejeje me agrado esa descripcion,

Es un cuento que me pone con muchas dudas interesantes por ejemplo "seria el alcohol lo que provoco la ilucion del abuelo"
mmmmmmmmm, bueno, creo que la creadora de este universo solo lo sabe y los protagonistas tendran que vivir siempre con lo que la gente que escuche su historia las crean borrachitas jejeje.

No cabe duda que fue un dia de muertos interesante este año con tu cuento, por que quedara en mis recuerdos


para mi tienes un primer lugar

n.n


cuidese y recuerde que la quiero muchisimo.

Gabriela Medrano dijo...

Hola, ei gracias por el comentario,
y tienes razón, a esos merodeos hay ke exprimirles la salida,
ah mira que ya se quien es esa personita ja, como olvidar las clases de precálculo ke jamás comprendí, pero ke me llenaban de ocurrencias, años luz de eso, jaja, bueno y te esta kedando bien este blog, exito y buenas vibras!!

y si algún día kieres platikar de lo ke sea aki te paso mi correo: florecita_hippie@hotmail.com,
ya sabes,

saludos!!! :)

Anónimo dijo...

Tonta xD, k no era canela era yerbabuena¡¡ no lo recordaste T_T, peru ps ya k xD... tu sabes k es un bn cuento kreo k te lo dije cuando lo estabas escribiendo jeje erres toda una tola escribiendo manita¡¡ jajajaja xD se ve bn tu blogger jeje tenia rato son pasarme por aki xD pero esta cute

Nus vemos mas tardecito besus¡
Vales mil preciosa¡
ciao¡