viernes, 28 de noviembre de 2008

D' Vuelos Y Algunos Tropiezos...

Abro los ojos y pienso: "puede que sea un día mas en mi vida", vuelo y me dejo llevar, mi mente se llena de actividades rutinarias y otras tantas que son un extra para poder vivir con la satisfacción que siempre deseo. Corro y tropiezo, pero que mas da, el día sigue y tengo que apresurarme si no quiero quedarme atrás.

Los recuerdos giran alrededor de mi cabeza, juraría que casi los puedo ver como esos muñequitos que salen en las caricaturas cuando uno se golpea; siento como si se me saliera el alma por un rato, y luego sin decir más, vuelve de trancazo aturdiendo y revolviendo aun mas mi pobre cerebro que estaba a un pelo de estallar.

Cuando cae la noche siento como mi alma se vuelve a desprender de mi cuerpo pero no con dolor, si no, con alivio. Da un par de volteretas para asegurarse de que es libre y después se dedica a vaguear, buscando una mirada que la haga voltear, sostener esos ojos y perderse para después encontrarse dentro de alguien que cree no conocer, sin embargo, lo sabe, sabe que es la única persona a la que sigue y aunque jure que es un outsider, dentro de ella sabe que siempre termina ahí, junto a el.


Y espero que mañana que me encuentre tendida sobre esa cama, mientras busco recuerdos que aun no logro terminar de hilar, sea ahí cuando ya no piense más en ti, posiblemente un día de estos te deje olvidado en una esquina como los libros que a diario pierdo.

Ya no diferencio si es de día o es de noche, en esta habitación no se puede distinguir la luz de cada mañana o la oscuridad que acompaña a la noche, puedo soñar y dejar que mi alma vuele hacia mundos que no conoce pero se que inevitablemente ira hacia a ti, con esa ensarta de guachaferias que no pueden controlar mis labios al verte, quisiera tenerte, pero estas tan lejos que solo puedo estar junto a ti, si mi alma escapa para estar contigo.

Todo el día volando por ahí y otro rato por allá, para que todas las noches siempre caiga entre tus brazos, en la oscuridad donde solo yo te pueda ver y tener ¿Que mas da si es solo ahí donde te puedo poseer? Mis días son demasiado largos como para no terminar pensando en ti…

En la tormentosa realidad, quizás ni tu sepas en donde terminaremos o en donde ira a quedar nuestra historia, pero déjame esta noche soñar y hacerme la tonta al pensar que este sueño terminara en otro lado que no sean tus brazos, aunque sepa que eso es imposible, porque se que siempre que llegue la noche caeré rendida de tanto volar y en tus brazos me veré, inofensiva y sin mas ganas de volverlo a intentar.


Escuchando: yo sin tu amor by camila.

sábado, 15 de noviembre de 2008

pequeñas grandes cosas...


Quedate conmigo, bajo este manto estelar en donde podemos soñar y dejarnos llevar...

Noches de aniversario, bailando toda la noche y recordandolo como si fuera la primera vez...


Y esta noche te escribire la canción q siempre te prometí y hasta ahora puedo cumplir...

lunes, 3 de noviembre de 2008

TOCATA-Y-FUGA

Hace tantos años que vivo con mi abuela, desde aquel accidente en donde lo único que ha quedado en mi memoria ha sido los sonidos de las sirenas de ambulancias, el olor a sangre por doquier y una vista, un tanto lateral, debido a que nuestro carro se había volcado por media carretera.

Antes éramos mis abuelos y yo, pero al poco tiempo de vivir con ellos mi abuelo enfermo, los doctores siempre nos decía que no le quedaría mucho tiempo de vida. Su enfermedad se lo comía por dentro, poco a poco, y no faltaba mucho para que terminara con él. Mi abuela sabia que, tarde o temprano, tendrá que seguir sin él aunque esto le costara trabajo superarlo.

El primero de Noviembre de 1986 el olor a canela del abuelo se esfumó, fue algo tan duro como el haber perdido a mis padres. No había pasado mucho tiempo desde que yo llegara pero mi abuela llevaba una vida a su lado. Ahora nos quedábamos solas tratando de olvidar el dolor que la partida del abuelo sin duda nos dejó.

Pasó el otoño y era muy pronto para olvidar. Luego el invierno con ese frío que molesta hasta en los huesos y lo único que conseguía era que siguiéramos recordándolo. Después vino la primavera y el olor a flores inundaba la casa tratando de que dejáramos atrás las viejas historias. Poco después llego el verano y con ese calor el olor a canela siguió existiendo en nuestra casa. Todo en nuestra casa tenía el nombre del abuelo y junto con él, su recuerdo.

Pasaron tres años desde su muerte sin poder olvidarlo. Yo ya era mayor de edad y podía disfrutar con mi abuela el dulce sabor embriagante del Vermut: ese sabor a hierbas y un leve toque amargo, dejando detrás de todo eso el alcohol que puedes sentir después de tomar un trago y ese aroma que embriaga a cualquiera. Ese día tremenda botella que nos acabamos, solo queríamos ahogar el recuerdo del abuelo en un poco de alcohol. En el viejo sillón, mi abuela y yo con esas copas semillenas recordando las historias de hace más de tres años como si hubieran sido ayer cuando sucedieron. Me sentí tan bien, llevaba años tratando de recordar las pláticas de mi abuelo y por fin, después de tanto pude recordar con mi abuela el olor a canela del abuelo y esas historias que nos contaba todas las noches junto a la chimenea.


El atardecer llenó la casa de luz y fue entonces que me percate de que el bastón de mi abuelo estaba recargado junto a la chimenea, un impulso me hizo levantarme y tomarlo: lo estrellé contra el piso como él solía hacerlo, unas cuantas chispas salieron rebotando del golpe, cuando levante la mirada el abuelo estaba frente a mí. La sensación de ebriedad desapareció por completo, vi como mi abuela ahogaba un pequeño grito y se desplomaba entre los brazos del abuelo.

Toda la noche entre risas y cantos: con la chimenea encendida, y los tres compartíamos el viejo sillón. El abuelo contó historias que, literalmente, casi se lleva a la tumba. La mejor noche para los tres, de eso no hay duda alguna; ya entrada la noche, el abuelo se despidió para seguir su camino hacia ninguna parte, tomo su bastón y lo estrelló como yo lo había hecho unas horas antes: una neblina lo cubrió y solo se escuchó el sonido de la vieja madera caer sobre el piso.

Su presencia se esfumó y dejó vacío su lugar en el sillón. Mi abuela y yo caímos en un sueño profundo, no fue hasta el día siguiente, cuando los rayos de sol chocaron contra nuestras caras que nos despertamos.

El alba iluminaba nuestra casa, y en ella medio pueblo escuchaba la historia que mi abuela tenía para contar. La historia de un difunto que da el punto final a tantos remiendos que había hecho en su vida. Todos atentos para escuchar los hechos, aunque algunos creyeran que sólo era la influencia del alcohol que habíamos tomado el día anterior sobre nosotras. Y así nuestra historia trazó una tradición, donde se habla de la muerte no para llorarle si no para esperar a su regreso.