sábado, 10 de enero de 2009

Delirio...Psicosis...



El viento me trae un susurro que después de un rato rebota en mi cabeza, aquel viejo estribillo de “nunca mas, ya has dicho adiós”, me subo al tren de un solo paso y por la cara de mi compañero de asiento juraría que traigo un animo que hasta el mas pendejo se puede dar cuenta que tengo algo mas que solo amargura, un sentimiento de rencor y dolor que solo choca en mi cuerpo haciendo presión y no dejándome ni respirar. Solo dos estaciones más, le repito a mi alma para que se calme como si fuera la primera vez que lo hago.

Llega mi estación y de refilón veo una sonrisa, por dios, solo esto me faltaba. Unos brazos me rodean y un murmuro llega a mis oídos “por fin estas aquí”, haciendo presión para zafarme de tus manos que según me dices en vez de abrazo es más bien querer estrujarme, en fin, después de unos golpes y renegar un poco dejo que sigas ahí; abrazándome, apretándome a tu cuerpo como jamás lo habías hecho. Otra vez no, te vuelvo a empujar y esta vez logro zafarme, “no lo lograras, esta vez no” te digo con una voz tan segura de mi que ni yo me la creo y tú con esa sonrisa tan burlona que siempre logra sacarme de mis casillas y de un solo grito logro lo que venía a hacer “¿Para que chingados me querías?”, me tomas del brazo y me llevas con berrinches y todo mi drama hacia un parque algo cercano de la estación de tren.


La tarde llena todo el lugar aborregando el cielo con esos colores tenues que tanto me gustan, un rosa y un poco de morado; con un toque de azul marino, maravilloso, ni mandado a hacer. Empiezo a hablar de trivialidades hasta que me harto y voy directo al grano “para que coño me querías aquí”, como todo buen caballero te disculpas por hacerme viajar tanto… no es necesario, lo sabes, pero aun así lo haces. Es cuando tu boca se abre y con un tono que ni te reconozco me dices “te he extrañado”, “joder” te digo yo con un tono de enfado, me besas y sabes que sentiré esa nostalgia de los viejos tiempos.


Caminamos y es cuando llegamos a un callejón, tomas mi cintura estrujándola con tus manos como el abrazo que me diste cuando nos encontramos, comienzas a tocarme y cuando estoy por entregarte lo poco que me queda, desapareces, el viento vuelve a acariciar mi pelo y ahora el murmullo me trae palabras tuyas “Sigo siendo lo que soy, no puedes cambiarme”.


Salgo de aquel callejón donde me has metido, grito maldiciéndote a los mil vientos; en que pobre príncipe te has convertido, yo no soy tu cisne que cuando me tocan los rayos de la mañana me convierto en tu prometida y ansiada princesa, yo no soy esa y nunca lo seré. No se que idea absurda me hizo pensar que yendo a tu paraíso me convertiría en todo lo que tu esperas, yo vivo mi mundo; juego, engaño, miento, y todas esas patanerías que suelo hacer, yo me siento viva, me siendo libre.


Tan solo eres príncipe de mi oscuridad, de lo más profundo de mis sentimientos, donde intento ahogarte y no lo consigo y sigues viviendo ahí, como un duende que golpea mi cabeza cada vez que estoy sola, solo me quedo conmigo un instante y te apareces, como esa mosca molesta que no puedes alejar, no te puedo dejar, tampoco puedo tenerte ¿entonces que me queda de ti?, tus medias platicas, tu media presencia, tus decisiones parciales dejándome el resto a mi.


La noche termina, y despierto con ese sudor peleándome la frente. Dentro de mis sueños, en esa realidad que solo vivo yo; que es mas dulce y lucido que la realidad que todos los de este edificio viven. Ya no se como se siente el sol quemando mi piel, ya no recuerdo el viento, solo siento lo que mi mente puede llegar a imaginar, he pasado tanto tiempo entre estas paredes blancas y acolchonadas (que detalle de parte de los doctores del hospital) que ya solo me queda un vago recuerdo de lo que es libertad. Las pastillas diarias solo logran cubrir un poco mi cruda realidad de ya no tenerte. Quiero volver a soñar, soñar que aunque te rechazo estas conmigo, con esos abrazos asfixiantes que solo tú me dabas cuando estabas vivo.


Solo quiero hundirme una vez mas para no recordar el fuego de tu casa, mis gritos pidiendo ayuda aunque nadie los escucho a tiempo, tu cuerpo que ya nadie reconocía por las quemaduras, y mis pequeñas manos intentando acariciarte. Las paredes blancas saben mi historia y me tienen lastima, por eso todas las noches se acomodan para que yo pueda soñar y volver a ti, aunque sea otra noche y un sueño mas quiero volver a visitar aquel viejo jardín donde el cielo aborregado nos cubría y nos daba su calor, solo quiero volver a revivir aquel instante de amor…

Algún día volveré a la realidad pero esta noche no, aun no, solo dame más horas muertas, aunque estas no me sirvan de nada mas que para seguir viviendo en este sueño, este mundo que solo lo manejo yo…

1 comentario:

Gerard dijo...

Una gran cantidad de sentimientos, tan coherente como contrastantes,
queriendo ser como tambien ser olvidado.

Asi pasa, un dia la amo con mucho cariño y asi despues de cuando me deja aun la amo, pero despues llega el odio y mas tarde la indiferencia.

abordas muchisimo con este texto,
siento como tres puntos de vista
como uno de que el muchacho quiere resolver algo, quiere actuar como antes pero nada resulta sin la aceptacion.

despues viene algo asi como el repudio, las cosas no salieron como quisieramos o los sueños se truncaron, el odio es tan grande que aquel ser amado se convirtio en molestia.

pero siempre y muy oculto estan esos recuerdos hermosos que nos hacen sonreir y pedir el milagro de volver a vivirlos.

U_U

buena imagen, asi creo que se ve un sentimiento que despedaza por dentro.

saludos sara
buena salud para este año y
cumples tus propositos
y si no te molesta aqui estare acompañandote por el resto del año hasta cundo Dios me de permiso.